La mujer en la Grecia de la Época helenística

La mujer en la Época Helenística

La cantidad de información disponible sobre las mujeres de la época helenística es sorprendentemente amplia.
La abundancia de información sobre las mujeres de la realeza puede atribuirse tanto al impacto de estas mujeres en los escritores antiguos como a que ellas mismas se involucraron en la actividad política de los hombres.

La acción de mujeres de estatus menos elevado puede también verse en actuaciones públicas, cómo algunas mujeres libres, consiguieron una mayor influencia en asuntos políticos y económicos, y al mismo tiempo, difundieron sus opiniones sobre el matrimonio, el papel de la mujer, la educación y la conducta en sus vidas privadas.

La experiencia de las mujeres, desde las esclavas y heteras hasta las reinas, fue recogida y preservada en las creaciones culturales del periodo. Un estudio cuidadoso de las representaciones de la mujer en la escultura, comedia, cerámica pintada y otras artes muestra una mayor atención a sus experiencias sexuales y a la naturaleza de su vida cotidiana.

El comentario de los filósofos, revela que la posición de las mujeres cambió a medida que también lo hacía la sociedad durante este periodo.

Esposas y madres de los conquistadores macedonios

Muerte de Cleopatra por Jean-André Rizens.


 Entre las familias reinantes de Macedonia, la relación entre madre e hijo podía ser mucho más fuerte y significativa que la de marido y mujer. Muchos reyes macedonios se permitían una poligamia tanto formal como informal, razón por la cual se resistían a menudo a conferir un estatus privilegiado a alguna de sus esposas (lo que hubiera también aclarado cuál de sus hijos era el designado como sucesor al trono), propiciando así un clima de intriga y lucha por el poder dentro de su corte que podía terminar con su propia muerte a manos de una madre hambrienta de poder conspirando en nombre de su hijo.

La historia nos muestra a las reinas macedonias como ambiciosas, astutas, y en muchos casos, despiadadas. Los elementos comunes de estos relatos cuentan la eliminación, a menudo por el veneno, de antagonistas políticos y reinas rivales así como de sus progenies, el asesinato del marido, y la esperanza de la reina de que podría disfrutar de un mayor poder en el reino de su hijo del que gozaba cuando era su marido el que ocupaba el trono. Estas son mujeres que competían en una palestra tradicionalmente masculina y que utilizaban con toda decisión armas y técnicas de hombres, además del veneno, reputado como «arma de las mujeres».

Aparte de Cleopatra VII, las más poderosas e ilustres de las princesas macedonias fueron Olimpia y Arsínoe II. Olimpia es famosa por ser la madre de Alejandro Magno. Olimpia luchó contra esposas rivales, amantes e hijos con objeto de asegurar a Alejandro la sucesión al trono de Macedonia. Aunque finalmente fue derrotada y condenada al exilio, fue claramente una mujer de genio y determinación. Se la culpó de la muerte de su esposo, injustamente con toda probabilidad. Mientras Alejandro estaba en campaña, Olimpia presidía la corte en Macedonia.

Aunque el modelo de alianzas entre madres con poder y sus hijos fue repetido una y otra vez, las mujeres también fueron usadas en roles pasivos por los reyes helenísticos en forma paralela a la empleada por los tiranos griegos. Los matrimonios de las princesas macedonias, por ejemplo, eran a menudo arreglados por sus mayores varones para cimentar alianzas entre los hombres, es decir, entre estos y los maridos. Estos matrimonios eran desechos cuando aparecían nuevas alianzas políticamente más atractivas.
Por supuesto, el rechazo de una reina por su esposo por otra de sus mujeres podía terminar violentamente, y una vez que los padres de la esposa rechazada se veían afectados se podían producir enfrentamientos internacionales.
 Resto de mujeres


Figurillas de terracota de mujeres. Arte helenístico, siglos III-I a.C.

 Algunas mujeres obtuvieron concesiones de derechos políticos o de ejercicio de actividades públicas. Otras obtuvieron la ciudadanía honoraria, otra mujer, fue la primera mujer que construyó una presa y un acueducto.

Estas mujeres eran excepcionales, pero muchas otras continuaron siendo excluidas de la participación en el gobierno. Pero desde entonces los privilegios fueron mucho menos favorables para los hombres de lo que habían sido en las ciudades-estado del mundo griego clásico. Por un lado, la diferencia de los privilegios masculinos y femeninos era meno y por otro, los hombres estuvieron más dispuestos a compartir con las mujeres los  privilegios que tenían

 El matrimonio

Al avanzar la era helenística empezó a ser normal los contratos matrimoniales se hacían simplemente porque un hombre y una mujer acordaban compartir sus vidas. Una mujer podía casarse aunque su padre estuviera en contra. De acuerdo con las leyes anteriores de Atenas, Roma y Egipto, un padre podía disolver el matrimonio de su hija aún en contra de ésta. Por supuesto, las leyes romanas y egipcias también reconocieron que si quería permanecer casada podría hacerlo así.

 El divorcio

El divorcio está previsto en numerosos contratos matrimoniales, permitiendo a marido y mujer iguales oportunidades para repudiarse mutuamente. También se han hallado escrituras de divorcio. Los hijos tenían que ser mantenidos por el padre, aunque no vivieran con éste. Esta medida era justa, ya que lo normal era que la propiedad común quedara en manos del marido. La esposa normalmente pierde tras la disolución de su matrimonio, ya que no recibe parte alguna de los bienes del matrimonio sino, simplemente le devuelven la dote que aportó.

 Actividades económicas de las mujeres



Mujer llevando una hidra, hacia 350 a.C.


La capacidad legal de la mujer para tener beneficios de actividades económicas se incrementó durante este periodo. No sólo en Egipto, sino en otras áreas del mundo griego, mujeres respetables participaron cada vez más en actividades económicas. Las mujeres griegas ejercían un control sobre sus esclavos, los registros de tierras muestran mujeres que poseían tierras. Mujeres casadas, asistidas por sus tutores, pedían dinero a préstamo —lo que sugiere que eran ellas mismas las responsables de sus deudas particulares. También había mujeres con fortunas personales, no de sus maridos.             
 

En Atenas
Uno de los últimos monumentos funerarios de este tipo antes de la ley de Demetrio de Falero prohibiéndolos. Hacia 325-310 a C.

En Atenas, contrastando con otras partes del mundo griego, hubo muy poca, por no decir ninguna emancipación legal o económica de la mujer. Las ideas éticas de Aristóteles reflejaban que la parte intelectiva del alma femenina era débil y necesitaba de una supervisión. Se estableció una junta de supervisores de la mujer, que censuraban su conducta e incluso controlaban cuando iban a fiestas y banquetes. Aristóteles opinaba que la supervisión de la conducta de las mujeres era conveniente para regular las extravagancias de las clases ricas, ya que las pobres carecían de esclavos y se veían obligadas a enviar a sus mujeres a la calle a hacer recados como si fueran sirvientes. Las mujeres ricas e independientes, como las espartanas y las prostitutas, podían presumir de las riquezas que realmente poseían, pero la esposa de un hombre rico, debía ser un signo de la prosperidad de su esposo.

Fuente: Wikipedia

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