La mujer en el Antiguo Egipto
El lugar que ocupaba la mujer en el Antiguo Egipto puede parecer sorprendente por su "modernidad", si se compara con el que ocupaba en la mayoría de países de la época, e incluso de épocas posteriores.
Aunque hombre y mujer tradicionalmente tenían derechos bien diferenciados en la sociedad, no parece que hubiera una barrera insuperable para quien quisiera variar el esquema. El egipcio de aquel tiempo reconoce a la mujer, no como igual al hombre, pero sí como su complemento. Este respeto se expresa claramente en la teoría, pero es bastante difícil determinar cuánto se aplicaba en la vida cotidiana de los egipcios. Eso sí, está muy distante de la sociedad griega dónde la mujer era considerada como "un menor de edad eterno". Por otra parte, la literatura egipcia no duda en presentar la mujer como frívola, caprichosa y poco fiable, pero a pesar de todo, las egipcias se beneficiaron de una posición que se encuentra en pocas sociedades.
Igualdad ante la ley
Dueña de la casa Nebet-per Nb.t-pren jeroglífico | |||
Para los antiguos egipcios, los niños eran lo más importante. En la familia, la mujer era la "dueña de la casa", a diferencia de la Antigua Grecia o Roma, donde el pater familias era el hombre.
Por lo que sabemos, parece que varón y mujer eran iguales ante la ley, en contraste con el derecho griego y romano. Ellas podían manejar su propia herencia o estar al frente de un negocio, como la dama Nenofer ; podían ser también médicos, como la dama Peseshet.
El marido debía garantizar el bienestar de su esposa, incluyendo, por supuesto, lo material. El escriba Ani del Imperio Nuevo aconsejaba así al futuro esposo:
- "Si eres sabio, mantén tu casa, ama a tu mujer, aliméntala apropiadamente, vístela bien. Acaríciala y cumple sus deseos. No seas brutal, obtendrás más de ella por la consideración que por la violencia: si la empujas, la casa va al agua. Ábrele tus brazos, llámala; demuéstrale tu amor".
Por supuesto las cosas no siempre transcurrían de forma idílica, y el divorcio estaba admitido. Se daba por iniciativa de uno u otro cónyuge: si lo pedía el marido, tenía que ceder una parte de los bienes a su esposa; si era la mujer quien tomaba la iniciativa, ella tenía la misma obligación, pero en una medida menor. Existía la posibilidad de poner un recurso ante la Administración, para recuperar los bienes del hogar y podía ganar el juicio y casarse de nuevo.
El himno a Isis, muestra esta igualdad de la mujer y el hombre, dirigiéndose a la diosa "el honor del sexo femenino": "Eres la dueña de la tierra [...] tú has dado un poder a las mujeres igual al de los hombres"'.
También se la consideraba compañera de su esposo, y solía acompañarle en múltiples ocasiones a cazar y a pescar, cogidos de la mano y a veces desempeñaba el papel de consejera, incluso en asuntos políticos.
Desgraciadamente, la insistencia de los moralistas egipcios en recordar al hombre sus deberes hacia las mujeres, hace suponer que no fue raro en la práctica que los varones abusaran de su posición.
Los hijos, frecuentemente, se designaban con el nombre de su madre, ya que el nombre del padre era secundario. Había un gran vínculo entre generaciones familiares siendo norma que los hijos cuidaran a sus progenitores ancianos. En familias acomodadas, la mujer tenía sus propias estancias, el opet, donde convivía con sus hijos y los criados.
Son innumerables las representaciones de las mujeres al lado de su marido. Durante el Imperio Antiguo, aunque las representaciones de las mujeres estaban jerarquizadas y eran de menor tamaño que la de sus maridos, su importancia social era destacable, pues además, las propiedades pasaban de madres a hijas.
A partir de la disnatía XVIII fue representada en todos los monumentos construidos por su marido, y en condiciones casi de total igualdad con él. Similar sería el caso entre Ajenatón y su esposa Nefertiti.
Reinas
La sociedad egipcia de la antigüedad, como muchas
otras civilizaciones de la época, utilizaban la religión como punto de
referencia. Así se justificó el derecho al trono de los faraones: en tanto que eran ungidos de los
dioses, tenían derecho divino al trono.
Generalmente, en las sociedades antiguas la
transmisión del derecho a gobernar era por línea masculina: El hijo heredaba el
poder, y en el caso en que el rey no hubiera tenido ninguno, el trono recaía en
los miembros masculinos más cercanos de la familia, tal como hermanos, primos o
tíos. Pues aunque el monarca tuviera hijas, éstas no podían alcanzar el poder,
salvo en el caso de que las hubieran casado con el futuro rey.
En la civilización
egipcia, esta obligación de transmisión masculina no tuvo ningún
valor; la sangre
real era el factor de legitimidad divina, el criterio extraordinario
para el acceso al trono: esa legitimidad la transmitían las mujeres, por lo que
los herederos varones de esposas secundarias se casaban con sus hermanas, hijas
de la Gran Esposa Real,
que a su vez eran hijas de la anterior Gran Esposa Real. Por eso, la esencia
divina podía ser entregada a la Gran Esposa Real, como fue el caso de
Nefertiti, casada con Ajenatón.
Así, los egipcios prefirieron ser gobernados por
una mujer de sangre real (por lo tanto divina, según la religión)
antes que por un hombre que no la tuviera. Por eso, en tiempos de crisis
sucesorias, las mujeres tomaban el poder. Es de señalar que en ese caso, la
reina faraón adoptaba todos los símbolos masculinos, por lo que existen dudas
del sexo de ciertos faraones, que podrían ser o no, mujeres.
No fue raro en Egipto ver a las mujeres ascender
al trono, como hizo Hatshepsut, que aqui
ocupó el lugar de su sobrino, o la famosa Cleopatra, Cleopatra VII
(69 a 30 a. C.), que expulsó a su hermano Ptolomeo XIII del trono. Fue tan conocida
por su "belleza" como por sus amores sucesivos con Julio César y Marco Antonio, dependiendo ambos de ella para
legitimar su coronación como reyes de Egipto.
Entre las reinas-faraón más conocidas están:
Es necesario tener también en cuenta el papel
considerable, tanto en el aspecto político como en el diplomático, de varias
Grandes Esposas Reales. En el Imperio Nuevo la Gran Esposa Real era investida
a menudo de un papel divino: "Esposa del dios", "Mano del
dios"; Hatshepsut fue la primera Gran Esposa que recibió este último
título. Adquirían gran prestigio. Estas mujeres fueron parte de los gobernantes
de Egipto.
Funcionarias
Hubo mujeres que fueron funcionarias de alto
rango,. No obstante, encontrar una mujer con tal responsabilidad era
extremadamente raro. Excepto en el Imperio Nuevo, donde toda "función
pública" fue atendida por varones, las mujeres ocuparon puestos de escriba de diferentes categorías en la
administración, cargos muy importantes ya que en sus manos estaba la economía
del país.
Plañideras
Eran mujeres a las que se pagaba para que
acompañasen al cortejo fúnebre, al que precedían danzando,
llorando y lamentándose, en recuerdo del difunto. En el antiguo Egipto, se purificaban previamente
masticando natrón, y se perfumaban con incienso; vestían totalmente de blanco o
azul y usaban pelucas rizadas de las que se arrancaban los cabellos. También
eran llamadas "Cantoras de la diosa Hator".
Empresarias
La mujer egipcia mantenía su independencia
después del matrimonio, y podía tener su propio negocio, pudiendo ejercer una
amplia variedad de oficios: había comadronas, tejedoras, intendentes; o bien colaboraban con el
negocio de su marido, ayudándole. Esto último era particularmente frecuente
entre los campesinos, entre los cuales era habitual
compartir el trabajo con toda la familia.
Había más trabajos que desarrollaban las mujeres, como tocar instrumentos musicales o danzar.
Fuente: Wikipedia
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